Artículo escrito por Laureano del Castillo, director ejecutivo de CEPES y publicado en el diario La Primera. Un viaje reciente permitió conocer la
experiencia de Holanda en la gestión del agua. Los nativos de este país afirman
que Dios hizo al mundo y que los holandeses hicieron Holanda. Una muy larga
tradición de los también llamados Países Bajos buscando ganar terreno al mar y
evitar que este, al sobrepasar los diques, generara daños están a la base de ese
orgullo. Un país con tierras muy planas y con abundante agua ha permitido el
desarrollo de una excelente agricultura, basada en el manejo del agua. Pero,
además de su descollante ingeniería es
conocido también el desarrollo urbanístico, social y cultural de este pequeño
país europeo.
En materia de agua, ese portentoso avance
solo puede explicarse por la organización de agricultores y pobladores. Las
organizaciones allí manejan con mucho ingenio el agua de canales de drenaje
que, cuando las lluvias escasean sirven también para el riego. Esas
organizaciones se llaman Waterschap y en los últimos años su número se ha
reducido, buscando un manejo más amplio de las cuencas o subcuencas. En base a
ese enfoque, pero también aplicando la
Directiva Marco de la Unión Europea sobre el agua, ahora están tratando de
adaptarse al cambio climático y en vez de pelear con la crecida de los ríos,
reforzando sus diques, permiten que en épocas de abundancia los ríos inunden
las áreas contiguas son conscientes de que ese fenómeno mundial está elevando
el nivel de las aguas del mar.
La reflexión que podemos hacer de tales
experiencias puede resumirse en una palabra: organización. Solo la organización
ha permitido ese desarrollo de un pequeño gran país. La organización para el
uso y la gestión del agua permitió el desarrollo de su agricultura, sus
ciudades y su cultura. Ello los ha llevado a organizar y ordenar distintos
aspectos de la vida social.
En el Perú estamos intentando ordenar la
gestión del agua en base a las cuencas. Hasta el momento se han organizado 4
consejos de recursos hídricos de cuenca, pero se requieren más. Ellos deberían
ser los espacios en los cuales los distintos usuarios (que finalmente somos
todos) nos pongamos de acuerdo en cómo usamos el agua, pero también en cómo la
cuidamos, preservamos su cantidad y calidad para las futuras generaciones. Es
bueno que el Estado las impulse, pero sería mejor si también se alienta que se
organicen desde abajo, desde las subcuencas. Así serán más sostenibles, ojalá como
en Holanda.
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