miércoles, 27 de febrero de 2013

Inversión con equidad


Artículo escrito Julio Gamero, experto en temas laborales y publicado en el diario La Primera. Las leyes de exportación no tradicional, de promoción agraria y de promoción y formalización de la MYPE si algo han tenido en común es la incorporación de un Régimen Laboral Especial (RLE) como uno de los “incentivos” para el fomento de las exportaciones, de la inversión agraria y la formalización de las MYPE, respectivamente. El RLE, significó en cada caso, reducción de derechos laborales respecto el régimen general.

El tema es que dichas medidas legislativas, otorgan una ventaja competitiva de corto plazo a las empresas del sector. Por una sola vez la ley les reduce sus costos pero, precisamente por ello, podría estar restándoles incentivos para mejorar su eficiencia en otras áreas. Los “incentivos” conseguidos a través de la ley pueden estar operando como una “renta” ya que el inversionista logra una mejora en su competitividad y rentabilidad no por efectos de una mayor eficiencia económica sino, eventualmente, por la acción de un lobbying.

Es sintomático que, por ejemplo, ad portas del vencimiento del plazo para la culminación del RLE en el caso de la micro y pequeña empresa, haya sectores que indican que ello supone “castigar” a las micro empresas que han tenido éxito en formalizarse y en estar exportando. ¿Por qué va a ser un “castigo”? Se responden diciendo que, al tener que pasar su planilla del RLE al régimen laboral general, acabarán pagando mayores costos laborales lo cual les reducirá sus márgenes y pondrá en riesgo la continuidad de la inversión.

Esa respuesta conlleva, sin duda, una lógica rentista ya que, primero, el término del RLE estaba pre anunciado en el origen de la norma. Es decir, cualquier plan de negocios tendría que haber incorporado que en julio del 2013, el costo de la contratación laboral se alinearía con el régimen general. Segundo, la obtención de mayor competitividad y de ganancias de productividad por acción de una mejor gestión empresarial, de innovación y de cambio tecnológico acaban siendo reemplazados por esfuerzos concentrados en la prórroga de una norma.

Más bien, la culminación de dicho “incentivo” debe ayudar a que la agenda de competitividad encare los temas de fondo, es decir de las políticas industriales, de generación de mayor valor agregado y de innovación empresarial.

Ver en: http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columnistas-y-colaboradores/inversion-con-equidad_132212.html

martes, 5 de febrero de 2013

La Revista Agraria N° 147

En esta edición novedades sobre el IV Censo Agropecuario y el aumento del minifundio, la promulgación del decreto para la titulación de las tierras, una interesante entrevista al ministro de Agricultura Milton Von Hesse, además de un informe sobre las cooperativas y la inclusión del productor agrario.

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Latifundios, pequeña propiedad y sentido común


Artículo escrito por Laureano del Castillo, director ejectivo de CEPES y publicado en el diario La Primera. Un editorial de El Comercio, la semana pasada, se refirió a las palabras del presidente Humala en apoyo a la pequeña propiedad. No sorprende la reacción de ese diario, históricamente reactivo a ideas que supongan afectar los intereses de los hacendados.

Lo que sí sorprende son los argumentos del editorial comentado, basándose en el sentido común y tratando de ocultar lo inocultable: hay un proceso de concentración de tierras, que ha llevado a que los antiguos hacendados hubieran palidecido de envidia, ante cantidad de tierras que controlan las nuevas empresas agrarias. En efecto, se nos señala que las nuevas grandes propiedades estas ocupan una porción insignificante de la superficie agropecuaria del país.

Nuestro país es bastante extenso, pero las 128.5 millones de hectáreas que componen nuestro territorio incluyen desiertos, bosques, lagos, punas y nevados. A falta de datos oficiales más actuales recordemos que la superficie agropecuaria que reportó el III Censo Nacional Agropecuario, en 1994, fue de 35 millones de hectáreas. Quien conozca el Perú sabrá que la mayor parte de la agricultura peruana es de secano, asentada en la sierra y la selva. En la costa se ubican las tierras bajo riego, las más productivas, en los valles y en las tierras ganadas al desierto, gracias a la inversión pública, en lo fundamental. Las tierras de la costa, alrededor de un millón de ha, son aquellas sobre las que se viene dando en lo central el proceso de concentración de tierras.

Lo otro que hace el editorial comentado es minimizar el peso de la pequeña agricultura en el país. Ya el Ministerio de Agricultura ha expresado preocupación por el incremento del minifundio. Pero eso es un aspecto precisamente de la enorme cantidad de medianos y pequeños agricultores y también minifundistas que componen alrededor del 97% del total de Unidades Agropecuarias (otra vez, usando datos del Censo de 1994).

Habría que exigir también coherencia, pues si bien debe destacarse el rol jugado por las grandes inversiones en el despunte de la agricultura de exportación, no puede olvidarse que desde la década de 1990 y hasta 2021 existe un marco tributario y laboral bastante favorable a esas inversiones. Lo que ahora correspondería, conforme planteaba el Presidente, es atender a los pequeños agricultores y brindar mecanismos para que ellos también puedan competir en igualdad de condiciones. La Ley que incentiva su inclusión a través de las cooperativas puede ser en ese sentido una buena herramienta, pero debe complementarse con otras medidas.

Ver en: http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columnistas-y-colaboradores/latifundios-pequena-propiedad-y-sentido-com-n_130557.html